¿El ocaso de lo artesanal?
Los aditivos químicos que te meten en el pan: es mucho peor de lo que imaginas
Su uso se ha extendido tanto que hoy resulta casi imposible encontrar uno solo con harina, agua y levadura. Te explicamos por qué están omnipresentes… hasta en el de pueblo.
Una anécdota: En una escuela de panadería, el maestro panadero y uno de los ayudantes del regreso al ‘pan pan’, está dando una charla a los alumnos. En un momento determinado, mientras habla sobre la elaboración del pan y sus ingredientes, los estudiantes le cuentan que claro, que ellos usan aditivos. El profesor pregunta: “¿Y para qué los usan?”. Silencio. Y el profesor contesta: “No lo sé”.
Es solo una anécdota, pero refleja cómo el uso de aditivos panarios se ha extendido hasta llegar a las aulas, en donde quienes serán los panaderos de mañana aprenden (sin hacerse muchas preguntas) que el pan no se hace solo con harina, agua y levadura, sino también con estos ‘mejorantes’. También se exhibe en los museos del pan los aditivos químicos.
¿Es algo malo? ¿Es algo bueno? Antes de llevarnos las manos a la cabeza, aclaremos que no estamos ante un problema de seguridad alimentaria ni tampoco ante un fraude. El uso de aditivos es legal y, en muchos casos, necesario: si queremos que el pan de molde nos aguante diez días en la despensa sin que se enmohezca, necesitará llevar conservantes.
Otra cuestión es nuestra barra de pan de cada día. Muy difícilmente encontrarás un pan que no contenga una mezcla que incluya, cuando menos, agentes oxidantes, emulsionantes y enzimas
El detalle es que nos encontramos con dos realidades muy diferentes. El pan industrial, que es el que encontramos en el súper, en la gasolinera y en la mayoría de las tiendas. Después tenemos el pan ‘de panadería’, en donde hay un obrador y, supuestamente, se elabora el producto de principio a fin. “Puedo entender que si haces cuatro toneladas al día y tienes compromisos comerciales importantes, tengas que utilizar aditivos para regularizar tu producción. Pero no puedo comprender por qué se utilizan en panaderías pequeñas, artesanas. Bueno, sí lo entiendo: el mejorante no mejora el pan, sino la vida del panadero”.
¿Pan de pueblo?
Como explica Iban Yarza en su libro ‘Pan de pueblo‘, “en un momento determinado, muchos panaderos apostaron por el volumen y no por la calidad aprovechando el boom de las ventas, pero no supieron invertir en formación o en la valoración del producto. Aquella época dorada de ventas ha pasado porque la gente come menos pan y porque aquellos que prefirieron volumen y la mecanización se han encontrado con que siempre hay alguien que hace más volumen de pan más barato. Esa época dejó un legado desastroso”.
Aquí nos encontramos con dos conceptos diferentes: uno es el de la rentabilidad; otro, el de la salud. Por una parte, se busca un producto barato, ya que se trata de un alimento de consumo diario; por la otra, existe la demanda de un consumidor más minoritario que está dispuesto a pagar más por un pan que le aporte algo en términos de bienestar. Calidad, nobleza en la materia prima y en la elaboración, beneficios para la digestión…
Hoy cada vez mas gente esta preocupada por lo que consume, lamentablemente los recursos a veces no son suficientes para costear un alimento mas saludable, es ahí donde estamos nosotros, intentando aportar con nuestro grano de arena para que lo natural este al alcance de la gran mayoría.